Mientras los proveedores de atención médica luchan por mantenerse al día, la diabetes se ha convertido silenciosamente en el huésped más caro de América—uno que se niega a irse. Los números cuentan una historia aleccionadora: 38.4 millones de estadounidenses ahora luchan contra la diabetes o prediabetes. Eso es aproximadamente una de cada nueve personas caminando con problemas de azúcar en la sangre.
La atención primaria se está ahogando. Las consultorios médicos, centros de salud comunitarios y clínicas soportan la carga de manejar estos casos. Pero aquí está el problema—no hay suficientes médicos para manejar la carga. La escasez de personal golpea fuerte cuando tratas de manejar una enfermedad que demanda atención constante. Los estudios muestran que tener antecedentes familiares solamente puede triplicar el riesgo base de desarrollar diabetes.
La atención primaria se ahoga bajo los casos de diabetes mientras la escasez de médicos crea una tormenta perfecta para sistemas de salud abrumados.
La edad empeora todo. Mientras que solo el 2.4% de los adultos jóvenes lidian con diabetes, los números se disparan al 19% para aquellos de 65-74 años. Mientras los Baby Boomers envejecen, los proveedores de atención primaria ven explotar su carga de casos. Más pacientes, mismo número de médicos. Haz las matemáticas.
El cuadro clínico tampoco es bonito. El control del azúcar en sangre en realidad está empeorando a nivel nacional, no mejorando. Los pacientes luchan por alcanzar sus objetivos de glucosa y colesterol. Los departamentos de emergencia vieron más de 16 millones de visitas relacionadas con diabetes solo en 2020. Cientos de miles más llegaron con cetoacidosis diabética y otras complicaciones agudas. Tanto por la atención preventiva.
Las disparidades son profundas. Las poblaciones afroamericanas, nativas americanas e hispanas enfrentan tasas de mortalidad más altas que los blancos no hispanos. Los factores sociales y económicos se acumulan, empeorando las malas situaciones. Los proveedores de atención primaria se encuentran luchando no solo contra una enfermedad, sino también contra las desigualdades sistémicas.
¿El pronóstico? Brutal. Los expertos predicen un aumento del 64% en los casos de diabetes entre 2010 y 2025, alcanzando más de 53 millones de estadounidenses. Ese es un tsunami dirigiéndose directamente hacia sistemas de atención primaria ya abrumados. El costo financiero continúa aumentando, con costos totales proyectados a alcanzar $514 mil millones anualmente para 2025.
La reforma se siente urgente pero lenta. Los defensores presionan por financiamiento expandido para educación médica y mejor reembolso para atención basada en equipos. Nuevos modelos de atención como hogares médicos centrados en el paciente ofrecen esperanza. La ADA lanzará un nuevo consorcio de defensa enfocado en mejoras de atención primaria a principios de 2025. Pero cambiar los sistemas de atención médica toma tiempo—tiempo que los proveedores de atención primaria no tienen.
Mientras tanto, millones más de estadounidenses se acercan al diagnóstico. La población no diagnosticada acecha en las sombras, complicando los esfuerzos para adelantarse a esta crisis. La atención primaria ya no solo está manejando diabetes. Está manejando una epidemia.