Aunque los amantes del queso podrían estremecerse ante la idea, la relación entre su indulgencia láctea favorita y el riesgo de diabetes es más complicada que una olla de fondue dejada desatendida. Estudios recientes tienen a los entusiastas del queso rascándose la cabeza mientras investigaciones contradictorias pintan imágenes tremendamente diferentes de lo que ese hábito diario de cheddar podría estar haciéndole a sus cuerpos.
Aquí es donde las cosas se ponen interesantes. Algunas investigaciones más recientes sugieren que masticar 100 gramos de queso diariamente podría aumentar el riesgo de diabetes en un impresionante 23%. Eso es aproximadamente cuatro rebanadas de queso. No exactamente una sesión maratónica de comer para la mayoría de los amantes del queso. Este hallazgo tiene a expertos en salud emitiendo advertencias más rápido de lo que puedes decir «di queso».
Cuatro rebanadas de queso diarias podrían disparar tu riesgo de diabetes en un 23% – no son exactamente noticias tranquilizadoras para los entusiastas dedicados del queso.
Pero espera. Hay más confusión por delante. Hallazgos meta-analíticos cuentan una historia completamente diferente, mostrando que el consumo de queso podría realmente reducir el riesgo de diabetes tipo 2 en alrededor del 20% por porción diaria de 30 gramos. Hablando de mensajes contradictorios. Algunos estudios no reportan ninguna asociación, mientras que otros muestran un riesgo duplicado de diabetes en grupos de alto consumo.
El panorama de investigación láctea parece un campo de batalla de evidencia contradictoria. La ingesta total de lácteos generalmente muestra aproximadamente un 6% de reducción del riesgo de diabetes por cada 200 gramos consumidos diariamente. Los lácteos bajos en grasa funcionan aún mejor con una reducción del riesgo del 12%. Sin embargo, algunas cohortes muestran que los consumidores de lácteos bajos en grasa en realidad tienen mayores probabilidades de problemas metabólicos. Las fluctuaciones hormonales durante los ciclos mensuales de las mujeres pueden afectar cómo los productos lácteos impactan los niveles de azúcar en sangre. La ciencia puede ser brutalmente confusa a veces.
Entonces, ¿qué se supone que debe pensar un amante del queso? La verdad probablemente yace en algún lugar en el medio de este caos de investigación. El queso contiene grasa saturada y sodio, que no son exactamente nutrientes amigables para la diabetes. Sin embargo, también es bajo en carbohidratos y contiene compuestos bioactivos de la fermentación que podrían mejorar la sensibilidad a la insulina. El bajo contenido de carbohidratos en la mayoría de los quesos contribuye a su bajo índice glucémico, lo que puede ayudar a prevenir picos de azúcar en sangre.
La relación dosis-respuesta sugiere que la moderación gana otra vez. Impactante, ¿verdad? Los efectos protectores más fuertes aparecen en niveles de consumo moderado, no en ingesta extrema. Más allá de cantidades razonables, los beneficios pueden estabilizarse o revertirse completamente. Desafortunadamente, la mala interpretación de los hallazgos en estudios de consumo de lácteos hace aún más difícil para los consumidores tomar decisiones informadas.
Hasta que los investigadores resuelvan este desastre científico, los entusiastas del queso podrían querer practicar ese concepto temido llamado moderación. Las variedades bajas en grasa podrían ofrecer beneficios nutricionales sin el equipaje metabólico potencial. La matriz láctea fermentada contiene calcio, vitamina D, y compuestos beneficiosos que apoyan la salud metabólica cuando se consume de manera reflexiva.