soledad y riesgo de diabetes

Mientras que la mayoría de las personas se preocupan por el azúcar y los carbohidratos cuando se trata de diabetes, la soledad podría ser igual de peligrosa. Los investigadores han descubierto que sentirse aislado no solo duele emocionalmente—literalmente aumenta el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.

Las cifras son alarmantes. Las personas que se sienten solas ocasionalmente tienen un riesgo de diabetes 14% mayor durante seis años. ¿Aquellas que se sienten solas frecuentemente? El riesgo salta al 24%. Esas no son exactamente noticias reconfortantes para cualquiera que esté revisando redes sociales solo un viernes por la noche.

Los científicos siguieron a más de 510,000 personas durante hasta 20 años en algunos estudios. Los resultados fueron consistentes a través de diferentes poblaciones y períodos de tiempo. La soledad surgió como un factor de riesgo independiente, lo que significa que afecta el riesgo de diabetes independientemente del peso, ingresos u otros factores de salud. Tu báscula del baño podría verse bien, pero tu calendario social podría ser el verdadero problema.

Los mecanismos biológicos tienen sentido, desafortunadamente. La soledad desencadena respuestas de estrés crónico que pueden aumentar la resistencia a la insulina. Se correlaciona con presión arterial más alta e inflamación sistémica—ambos factores de riesgo para diabetes. Las personas solitarias frecuentemente luchan con depresión y ansiedad, condiciones que interfieren con el control metabólico. La investigación muestra que la soledad específicamente eleva las hormonas del estrés, particularmente el cortisol, que contribuye directamente a niveles más altos de glucosa en sangre. Los diabéticos tipo 2 experimentan picos de azúcar en sangre aún más dramáticos durante períodos de estrés.

Cuando alguien se siente aislado, mantener hábitos saludables se vuelve más difícil. ¿Quién quiere preparar comidas para uno solo?

La salud mental complica aún más el panorama. Las personas con trastornos mentales ya enfrentan un riesgo elevado de diabetes, lo que puede enmascarar los efectos de la soledad. Pero aquí está la parte retorcida—la soledad empeora las condiciones de salud mental, creando un círculo vicioso que amplifica el riesgo de diabetes.

La relación funciona en ambas direcciones también. La diabetes puede aumentar la soledad debido a restricciones del estilo de vida y estigma. Nadie quiere explicar por qué no pueden comer el pastel de cumpleaños en cada fiesta de la oficina. Las complicaciones de la diabetes como retinopatía y nefropatía pueden hacer que la participación social sea aún más desafiante.

Esto crea un bucle de retroalimentación donde la soledad empeora los resultados de la diabetes al deteriorar el autocuidado y el control del azúcar en sangre.

La evidencia sugiere que abordar el aislamiento social podría ser tan importante como monitorear los niveles de glucosa. Mientras los médicos se enfocan en cambios de medicación y dieta, podrían necesitar empezar a preguntarles a los pacientes sobre sus conexiones sociales también.

Porque aparentemente, cenar solo cada noche podría ser tan arriesgado como comer postre.

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